Para emprender, dale al ‘play’… y pasa a la acción

Publicado por Larousse, el libro de Eduardo Jáuregui es una guía práctica y realista para que, lejos de idealizaciones, cualquier persona pueda aprender a emprender

El equipo de Teamlabs/ durante la presentación de '¡Dale al Play!'.
Allá por el siglo XIX, Thomas Alva Edison creó el que probablemente fuera el primer espacio de innovación continua de la historia, lejos de espacios encorsetados y mucho antes de que Google descubriera las bonanzas de diseñar oficinas con toboganes, canchas de baloncesto o cápsulas para echar una siesta reparadora. En el laboratorio que el inventor norteamericano tenía en Menlo Park (Nueva Jersey) había un órgano de tubos con el que tocaban e interpretaban canciones de la época, además de un oso como mascota (Bruin se llamaba) que en alguna ocasión se escapó y supuso, vaya usted a saber por qué, algún que otro problema. Así al menos lo cuenta Eduardo Jáuregui, autor de ¡Dale al Play! (Larousse, 2025), docente, emprendedor y uno de los primeros socios de TeamLabs/, el laboratorio de aprendizaje e innovación de la Universidad de Mondragón. Hoy, 16 de abril, se celebra el Día Mundial del Emprendimiento.

“Cuando se habla de “pensar fuera de la caja” (thinking outside the box, en inglés), nos referimos a salirnos de la forma habitual que tenemos de pensar, y eso es muy difícil cuando estás en un entorno muy cuadriculado, lleno de normas y procedimientos. Porque, por mucho que decidas hacer un brainstorming, es posible que nadie se atreva a decir nada que pueda no agradar al jefe”, aventura Jáuregui. “Piensa cuando en Google alguien dijo: “Está bien lo de los mapas, pero imagínate que pudiéramos ver la calle mientras haces una ruta. Eso molaría mogollón, ¿no? Cualquier empresa hubiera pensado que fotografiar todas las calles del mundo era una locura. Pero es este tipo de ambientes flexibles lo que probablemente permitió que alguien soltara esta locura y se planteara cuánto costaría realmente”. El resto, inmortalizado desde hace años en la popular herramienta de esta tecnológica, es historia.

Pregunta. Uno de los primeros asuntos que se abordan en ¡Dale al Play! es el del miedo. ¿Por qué es un factor importante?

Respuesta. El miedo es algo que te acompaña siempre cuando intentas hacer algo nuevo, aquí o en la vida en general. De hecho, es a través del miedo como nos manipulan, porque hay dos formas básicas de manipular: a través del miedo y del deseo. Hay que saber que va a estar ahí y que nos va a acompañar, pero que podemos buscar formas de convivir con él; de escuchar su mensaje pero también reírnos de él y ponerlo en su sitio. El mindfulness, por ejemplo, nos da una serie de prácticas que nos ayudan a gestionar el estrés y las emociones desafiantes.

P. Llama la atención que, en un libro sobre emprendimiento, se diga a las claras que la innovación apesta (Innovation sucks!). ¿Me lo puede explicar?

R. Es muy fácil. Lo hacemos porque, cuando te metes en algo nuevo (y todos los cuentos hablan de ello), la historia del héroe, ser el héroe, no mola nada. Verlo desde fuera es bonito, pero cuando tú lo eres te metes en un montón de líos. Innovar implica muchísimo trabajo, muchos problemas, conflicto dentro del equipo e incertidumbre. Y se fracasa muchísimo. Huimos de la idea de que el emprendimiento es maravilloso, pero por supuesto que puede ser divertido, y queremos que lo sea; pero lo cierto es que, además de los momentos bonitos, hay que meterse con los ojos bien abiertos y saber que te vas a pelear y vas a fracasar continuamente. Porque si no, cuando fracases una, dos y tres veces, te darás por vencido, cuando las que realmente acaban haciendo cosas son las personas capaces de seguir levantándose y reírse de ello. Eso, si quieres hacer algo que merezca la pena.

P. Hábleme del fracaso.

R. Es una parte natural del proceso. Cuando intentas hacer algo, lo normal es fracasar. En el libro citamos El alquimista, la popular fábula de Paulo Coelho, porque su mensaje central es que “cuando realmente quieres que algo suceda, todo el universo conspira para que tu deseo se vuelva realidad”. Pero la realidad se parece más a esto: “Cuando realmente quieres que algo suceda, todo el universo pasa olímpicamente de tu deseo y tu proyecto se va al garete”. Es bonito emprender, pero no hay que romanticizarlo: lo normal es que la primera vez que lo intentes (y la segunda, la tercera, la cuarta… y así hasta un montón de veces), no vaya a funcionar. La primera vez que yo intenté publicar un libro, recibí una bonita colección de 40 cartas de rechazo.

El fracaso es inevitable, es ley de vida. Pero, como ocurre con el miedo, hay que aceptarlo como inevitable y tomárselo como un aprendizaje, al igual que hacen los niños y las niñas. Tenemos mucho miedo al fracaso, porque estamos acostumbrados a que se nos evalúe constantemente y se nos ponga nota en todo lo que hacemos. Fíjate en todo lo que la gente pone en Instagram: solo se ven los éxitos, y es muy raro que alguien ponga el momento en que algo no les salió. Tú ves a alguien meter un tiro increíble en una cancha de baloncesto, pero no las 17.000 veces en que la pelota no pasó por el aro.

Eduardo Jáuregui, durante su intervención en el II Congreso Estatal de Organizaciones Saludables, celebrado en Navarra.

P. ¿El conflicto dentro de un equipo es inevitable?

R. Sin duda. Por muy bien alineado que tengamos un equipo, y aunque seamos todos amigos o tengamos una cierta relación, la realidad es que cada persona tiene intereses distintos, visiones y personalidades distintas. Y, al ponerse a trabajar, cuando intentamos hacer algo de forma conjunta, van a producirse diferencias, roces y conflictos, tanto pequeños como grandes. En Teamlabs/ también nos hemos peleado. Por eso es importante tenerlo presente y saber que va a ser difícil, y recurrir a ciertas herramientas como el diálogo, una palabra que se usa mucho pero que poca gente practica realmente. Dialogar significa escuchar de verdad al otro y reflexionar, no estar ahí para imponer tu historia. Nosotros practicamos el arte del diálogo en nuestras training sessions.

P. Mencionaba antes la importancia del mindfulness a la hora de gestionar los momentos difíciles.

R. Tiene que ver con la presencia y con un tipo de escucha abierta. Porque normalmente lo que hacemos es ir por la vida resistiéndonos a las cosas que van surgiendo. Y la idea aquí es ir con una actitud abierta, y eso es algo que requiere práctica. [Practicar el mindfulness] te ayuda a cultivar esa capacidad de escucha y de autocontrol (por ejemplo, ante el miedo). La gente suele pensar que el mindfulness es una forma de reducir el estrés, cuando la realidad es que este te va a acompañar siempre. A lo que sí te ayuda es a gestionarlo (al igual que sucede con los conflictos), y a apreciar las cosas que tenemos.

P. ¿Se puede emprender solo?

R. Nosotros creemos que el equipo es el medio natural para emprender. Porque, aunque tú comiences un proyecto personal (como escribir un libro o hacer un podcast), al final siempre vas a necesitar otras personas, sobre todo cuando el proyecto continúe creciendo y adquiera una cierta dimensión. El equipo te aporta otras perspectivas, otras habilidades y capacidades y más esfuerzo, porque evidentemente hay cosas que una persona sola no podrá abarcar, porque no tienes las horas del día ni la energía necesaria. Y luego, el equipo te aporta algo muy importante, y es que te diviertes más haciéndolo. Parece una tontería pero no lo es. Porque si estás en una situación complicada, solo es más fácil que te vengas abajo. Además, te vas a reír más, y podrás celebrar los buenos momentos, porque hacerlo solo es difícil.

Nosotros hablamos de creación en equipo y de cocreación, en un proceso donde la respuesta a prácticamente todas las preguntas es “dale al play”, o sea, ponte a hacerlo sin saber cómo lo vas a hacer. Este es un libro preparado para que tú te pongas a emprender aunque no tengas ni puñetera idea de cómo hacerlo. Te ayuda a que te pongas a crear, a resolver problemas, a perseguir tus sueños sin saber cómo hacerlo, porque lo cierto es que vivimos en un mundo absolutamente incierto.

P. Para emprender es necesario una buena idea, pero usted va más allá: no se trata de la idea, sino de la pregunta.

R. La gente suele pensar que tenemos que dar con una idea brillante. pero realmente la clave no es esa, sino dar con una pregunta brillante. Hay que empezar a mirar al mundo y hacerse preguntas sobre cómo funcionan las cosas y qué es lo que falta. Y, al final, dar con una respuesta precisa a un desafío específico que afecta a una categoría de personas concreta.

P. ¿De qué sirve el contrato de aprendizaje que se menciona en el libro?

R. Es básicamente un contrato para saber dónde estás en tu proceso de aprendizaje y cuáles son tus objetivos en cada momento. Tú te comprometes a hacer todo lo que necesites hacer para aprender y después, cada seis meses o cada año, lo vas revisándolo para actualizar lo que necesitas, y lo compartes con el equipo. Cada uno tiene el suyo individual, pero luego también se ponen en común y la idea es que vayamos aprendiendo entre unos y otros todo lo que necesitamos para que ese proyecto pueda despegar y continuar en el tiempo.

Es decir, por un lado está el individuo, que ha de conocerse y tener un camino de desarrollo y de aprendizaje. Luego está el equipo, que tiene que coordinarse de esta misma manera. Y finalmente está la metodología del Design Thinking, que nos sirve para ir creando prototipos, o pequeñas pruebas de lo que podría ser aquello. Pueden ser tan sencillas y rápidas como una hoja de papel o un anuncio falso que tú enseñas a la gente, y eso puede actuar como un proceso de entrevista para que entiendas lo que te atrae y lo que no, lo que no entiendes, etcétera. Y poco a poco las vas complicando y acercándote más y más a la versión final, a algo que vaya a ser útil y responda a una necesidad. Y aquí entra también el tema de la escucha, porque si no prestas atención a lo que la sociedad requiere, al final vas a conseguir algo muy bonito pero que nadie te va a comprar.

P. ¿Qué mensaje le daría a una persona interesada en emprender?

R. Fácil. Que le dé al Play. Que lo pruebe aunque sea difícil.

fuente: El País 

Menú